
Seres vivos que han consolidado su existencia
A los niños se les enseña que un “ser vivo” nace, crece, se reproduce y muere. A algunos nos contaron que el Universo se creó en 7 días, y contamos el tiempo tomando como punto de partida un evento humano de relevancia histórica, para así decir a.C. y d.C. Necesitamos referentes microtemporales para darnos un sitio especial que justifique nuestro modo de existir: Conquistador, modificador, depredador y centrado en nosotros mismos. Y sólo hemos habitado la tierra el 0.005% de su existencia (ni hablar en términos del universo)
Empecemos con unas pocas aclaraciones historico-geo-biológicas:
- El universo existe hace 13,700 millones de años. En un instante, una gran explosión generó todo lo que conocemos, a lo que hoy le llamamos espacio y tiempo.
- 4.453 mil millones de años de vida terrestre han dado tiempo para poblar, despoblar y repoblar varias veces el planeta, pero las especies más “sencillas” (amoebas y bacterias) han sobrevivido, adaptándose y reinventándose según las necesidades del entorno.
- Los seres vivos están definidos por las siguientes características:

Cuando el caos nos rodea y nos sentimos perdidos, solemos mirar al cielo, observar las estrellas y pensar en una eternidad que deseamos sobre todas las cosas, enviamos nuestros pensamientos al Universo y esperamos, literalmente, que las respuestas nos vengan del cielo. En cambio, no hace mucho tiempo, una mujer llamada Lynn Margullis supo ver mirando hacia adentro y hacia el suelo, que el secreto de la vida lo tienen las bacterias; que cooperación es lo contrario a la muerte; que no sobrevive el más fuerte sino que el más apto es el que mejor se adapta. A esto se le llama hoy la Teoría de la Endosimbiosis Seriada.
La crisis ecológica que definió nuestro futuro.

Hubo un tiempo en el que nuestro planeta no era un reservorio de vida, al menos no como lo conocemos ahora: El principal gas planetario era el hidrógeno y el elemento mas tóxico, el oxígeno. Había agua, mucha agua, y microscópicos seres vivos componían el paisaje. Nuestros ojos probablemente no lo pudieran ver, pero la diversidad natural ya era muy vasta. Los seres que podían crecer, reproducirse y morir, existían en microscópicas comunidades bien organizadas, en las que la individualidad era condena de muerte y sólo el trabajo en equipo aseguraba la continuidad de los procesos. Durante miles de años la permanencia era la excepción. La adaptación y las extinciones pacíficas fueron la regla. Sin drama, sin gritos, se fueron enterrando historias en láminas terrestres que sentaron las bases de la singularidad actual.
Probablemente el evento más relevante de la historia de la Tierra haya sido la aparición de las células eucariotas, que pudieron aprovechar el oxigeno para generar energía y de las cuales se generó después toda la flora y fauna que ha poblado la Tierra, antes de los peces, antes de los dinosaurios y, por supuesto, antes que los humanos.
Lynn Margullis notó que la generación de especies más complejas a través de los años de historia de la Tierra no podían ser solamente producto de la aparición azarosa de mutaciones que resultaban favorables al medio, y demostró que en ocasiones un nuevo organismo se había generado de la unión de dos distintos. El más claro ejemplo de esto son, desde luego, las mitocondrias.
Un matrimonio a la vieja usanza, empezó por conveniencia y terminó en estabilidad.
Hace unos 1500 millones de años, una pequeña bacteria consumidora de oxigeno se fue a vivir con otra mayor, capaz de moverse y dotada de una membrana que ofrecía protección. También puede ser que la mayor encontrara a la pequeña encantadora, y la convenciera de experimentar un romance fugaz, sin compromisos y en total libertad. Ninguna de las dos lo imaginó, pero su relación se hizo duradera. La una nunca destruyó a la otra; es más, le permitió dividirse y quedarse a vivir dentro con su familia. Esta otra tampoco quiso escapar… tal vez, en tardes lluviosas de “Netflix bacteriano” se dieron cuenta que la pasaban bien juntas, o tal vez simplemente se encontraron más cómodas, incluso puede que no se diera cuenta que su pequeño universo había cambiado. Lo que seguramente ni una ni otra célula pensaron, sería que cambiarían la Tierra para siempre.
Aquí tienen la historia.